En el momento que empecé a planear el intercambio, pensaba más que nada en lo que me iba a
aportar en lo profesional: sentía que, estudiando Traductorado de inglés, no
podía dejar pasar la oportunidad de vivir 4 meses en un país de habla inglesa.
Esto fue lo que más me impulsó a planear todo en su momento. Además de que
tenía todo a favor: el promedio que me exigía la Universidad, los medios
económicos para hacerlo, y algo que para mí fue decisivo: la posibilidad de
irme con una de mis mejores amigas.
Pero aunque
tuviera todo a favor, en el año 2010, cuando estaba en segundo de facultad, y
empezamos a hablar con Maca (mi amiga) de la posibilidad de hacer un
intercambio, no me animé. En ese
momento me dio miedo extrañar, pensaba que 4 o 5 meses era mucho tiempo y quedó
todo en standby. Además, el tema es
que cuando algo es tan lejano e hipotético es difícil entusiasmarse. Si es un
viaje que se planea en unos meses como algo seguro, es obvio que uno se pone
las pilas. Pero el tema con los intercambios es que se tienen que planear con
mucho tiempo de anticipación (a veces más de un año) y no dependen solo de uno,
sino que después de que se hace todo lo posible para conseguirlo (llegar al
promedio, tener la iniciativa, buscar la universidad y pasar por el proceso de
postulación), queda todo en manos de terceros: de la universidad. Esto hace que
sea difícil motivarse, porque no es algo 100% seguro o asequible. Además, de
por sí es difícil entusiasmarse con algo desconocido, con algo que uno nunca experimentó.
Peeeeeero… al año siguiente, cuando estaba en 3ero de
facultad, me volvió a interesar la idea
de irme. Pero esta vez era diferente: era en ese momento o nunca, porque mi
carrera dura 4 años, así que lo hacía en 2012 o no lo hacía. Y en ese momento
pensé: ¡NO PUEDO DESAPROVECHAR ESTA OPORTUNIDAD!
Como dije
más arriba, ahí pensaba más que nada en lo que iba a significar el intercambio
para mi carrera. Pero ahora soy más consciente de que una experiencia como esta
te cambia la vida en todo sentido. Todo el mundo que se va dice que viajar o
vivir en otro país te hace madurar. Es lógico, conocer otras realidades te debe
de abrir la cabeza y hacer crecer como persona. Como dijo Mark Twain, “Viajar
es fatal para los prejuicios, la intolerancia y las mentes estrechas”… Pero nunca lo experimenté en carne propia.
Pero bueno…
¡Ya voy a estar viviéndolo por mí misma y contando mi experiencia en este blog!
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