jueves, 22 de noviembre de 2012

Washington D.C.

Washington D.C. (o “D.C.”, como le dicen acá) es definitivamente una de las ciudades que más me gustaron de Estados Unidos (y capaz la que más me gustó). Es espectacular, tan perfecta que parece mentira. Todos los edificios son estéticamente lindos y la forma en la que están dispuestos es increíble: no hay ningún edificio que desencaja, ni por el tamaño, ni por la altura, ni por estar deteriorado… Todo armoniza perfectamente.

Claramente es una ciudad que fue diseñada y planeada, y no una ciudad que se fue creando espontáneamente. Desde la disposición de los edificios, la forma en la que están hechas las calles, los nombres de las calles, hasta cada árbol o banco, todo parece estar puesto estratégicamente para que armonice con todo lo que lo rodea. La ciudad la planeó L’Enfant, un arquitecto francés que se inspiró en ciudades europeas (como París, Ámsterdam y Milán) y por eso mucha gente que fue a Europa dice que tiene un estilo europeo, principalmente por las avenidas grandes y la cantidad de plazas y espacios verdes que hay. Además, en un momento, a fines del siglo XIX, se empezó a deteriorar un poco, y el parlamento formó una comisión especial para que “embelleciera” la ciudad y la llevara de nuevo al diseño original de L’Enfant.

Por esta razón es que, por más de que en las fotos se ve que la ciudad es muy linda, no se puede apreciar del todo. En las fotos se puede ver lo divinos que son los edificios, los monumentos, las plazas, el paisaje en general, pero estar parado ahí es totalmente diferente, porque mirás para todos lados y todo lo que ves es espectacular.

El ejemplo más claro es el “National Mall”, que es un parque que va desde el Lincoln Memorial hasta el Capitolio, y que cerca del medio tiene el Washington Monument y el Jefferson Pier. En el “mall” también están el World War II Memorial, el Lincoln Memorial Reflecting Pool, el Korean War Veterans Memorial y el Vietnam Veterans Memorial. Y lo increíble es que, como está puesto todo en una misma línea, para cada lado que mirás ves uno de los monumentos o edificios.

Además, siempre ves el cielo, siempre ves verde, y por la amplitud de las calles no hay sensación de agobio como hay en otras ciudades grandes.

El Capitolio

La razón por la que siempre ves el cielo es porque la altura de los edificios está limitada por ley. Mucha gente cree que es porque ningún edificio puede ser más alto que el Capitolio, supuestamente porque en la cúpula hay una estatua que representa el ideal de libertad y “nada puede ser más alto que el ideal de libertad”. Es más, esto fue lo que dijo el guía del Hop-On, Hop-Off y lo que me había dicho mucha gente antes de venir. Pero aparentemente es una leyenda urbana, y la ley no prohíbe específicamente que los edificios sean más altos que el Capitolio.  


Washington Memorial y Lincoln Memorial Reflecting Pool


Lincoln Memorial



Korean War Veterans Memorial


World War II Memorial

Otro ejemplo de cómo todo en esta ciudad es perfecto es el Memorial a la Segunda Guerra Mundial, en el que se conmemora a los estadounidenses que sirvieron y murieron en la guerra. Y digo que es perfecto no solo por cómo está hecho estéticamente sino porque cada cosa significa algo. Hay 56 pilares que rodean una fuente y cada uno representa uno de los territorios y estados de Estados Unidos al momento de la Segunda Guerra Mundial. Están dispuestos en dos partes: el área norte representa el Atlántico y el área sur, el Pacífico.




Freedom Wall

Es parte del World War II Memorial y es un muro en el que hay 4048 estrellas y cada una representa 100 estadounidenses que murieron en la guerra, con el mensaje “Here we mark the price of freedom” (“Acá marcamos el precio de la libertad”). Como dije antes, toda la disposición de estas construcciones es perfecta, y desde el Freedom Wall se ve la Reflecting Pool y el Lincoln Memorial atrás.




Arlington National Cemetery

Increíble. Es un cementerio militar en el que están enterrados los veteranos y caídos en las guerras desde la guerra civil hasta las de Afganistán e Irak y algunas figuras importantes para los Estados Unidos como JFK y otros miembros de la familia Kennedy.

Hubo dos cosas que me llamaron muchísimo la atención. La primera es el tamaño del cementerio: es gigante, y mientras vas caminando ves cada vez más y más tumbas y parece que no termina más. Además, está como en desnivel, entonces ves lomas y lomas llenas de tumbas y te das cuenta de lo grande que es. La segunda es que casi todas las tumbas son idénticas y están puestas una al lado de la otra en el pasto, que encaja con la “perfección” que caracteriza tanto a la ciudad. Es impresionante porque, como todo en D.C., es armónico y estéticamente lindo, agradable, al punto en que uno se olvida de que lo que está viendo son tumbas y de que es un cementerio. Es hasta irónico que algo basado en la muerte y en la guerra sea tan perfecto.




La Casa Blanca


Los museos

En D.C. está la mayoría de los Smithsonian, casi todos en el “National Mall”. Como estuvimos solo dos días no pudimos ir a todos, así que elegimos ir al Museo del Aire y el Espacio y al Museo de Historia Estadounidense. De estos dos el que más me gustó fue el de historia estadounidense porque pude ver muchísimas cosas que había estudiado de la historia del país, como la guerra de independencia y la guerra civil.

El museo que más me gustó, que no es uno de los Smithsonian, es el Museo del Holocausto, pero no voy a escribir de esto acá porque me gustó tanto que voy a dedicarle una entrada entera.




Georgetown

Un barrio en D.C. que me fascinó. Es espectacularrrrrr. Gente que fue a Inglaterra me comentó que tiene un estilo londinense. 





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