viernes, 23 de noviembre de 2012

Museo del Holocausto, Washington D.C.

Este fue sin duda el mejor museo al que fui en mi vida y por eso decidí dedicarle una entrada entera. Estuve más de tres horas y no me podía ir, y fue el único museo de todos los que fui que recorrí entero y leí todo lo que decía. Es muy fuerte, porque la historia es fuerte, pero vale muchísimo la pena. La idea es no olvidar la historia para no permitir que algo así vuelva a pasar.

Cuando llegás te dan una especie de pasaporte de una persona real que sobrevivió o murió en el Holocausto, en el que cuentan la historia de esa persona. Está muy bien hecho porque logran individualizar a las víctimas, que en mi opinión es mucho más fuerte que pensar solo en una cifra.

La exhibición cuenta la historia de manera cronológica y tiene pila de artefactos que rescataron de los campos de concentración y de la época en general, testimonios de testigos y sobrevivientes, distintos monitores con videos y películas… Es realmente impresionante. Te va llevando por toda la historia, desde la exclusión de los judíos de la sociedad, pasando por la Segunda Guerra Mundial, después por los guetos, los campos de concentración y de exterminio, hasta la resistencia judía, la liberación y la posguerra. Termina en el “Salón del Recuerdo”, en el que la gente puede prender velas en memoria de las víctimas y sobrevivientes del Holocausto.

Además, como la exhibición permanente es muy fuerte, hay una exposición hecha para nenes. Está muy buena porque sigue el mismo formato que la exhibición para adultos, pero está contada desde el punto de vista de un nene ficticio, Daniel, basado en la recolección de historias reales de nenes que vivieron el Holocausto. La exhibición empieza en la casa de Daniel, donde ves cómo vivía antes, y te va llevando por el gueto y después por el campo de concentración. Mientras caminás y ves la exposición, vas leyendo las hojas del “diario de Daniel” en el que cuenta las cosas que vive y cómo se siente. En una parte dice “¿Alguna vez te castigaron por algo que no hiciste? A nosotros sí” que es exactamente cómo lo sentiría un nene. Esta sección está muy bien hecha porque cuenta las cosas de manera que un nene las puede entender, por ejemplo, en la parte de la exclusión, Daniel cuenta cómo hasta la maestra se burla de él en el colegio, cómo ya no lo dejan hablar con sus amigos, cómo lo echaron de la piscina a la que iba siempre, cómo lo asustó ver a su padre llorar por primera vez…

Cuando termina esta exposición hay una sección en la que hay un buzón donde los nenes pueden dejarle cartas a Daniel y ese día estaba lleno de nenes escribiendo. Había algunas cartas colgadas en la pared y cuando las leí me ericé. Es muy fuerte ver lo inocentes que son los nenes y cómo se identifican con lo que cuenta Daniel porque son justamente las cosas que a un nene le pueden doler y molestar, y es la forma de que entiendan un poco la humillación y el sufrimiento que vivieron. 

En fin, es increíble. Cuando fui había muchos chicos guiados por maestras que se ve que fueron con el colegio. Está buenísimo porque aprenden la historia de una manera más auténtica y completa, no solo leyendo un libro de historia, y me mató ver a los nenes en la sección de “La historia de Daniel” y leer las cosas que escribieron. Es muy fuerte, pero vale la pena. 


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